miércoles, 13 de agosto de 2008

EL MODERNISMO


El siglo XX comienza en el momento de máximo esplendor de la estética modernista. Iniciado plenamente por Rubén Darío en 1888 con la publicación de Azul, el Modernismo supone una integración de diversas tendencias que se habían desarrollado a lo largo de la segunda mitad del siglo XIX, en especial del Simbolismo y del Parnasianismo. El Modernismo fue, entre otras cosas, una resurrección de la angustia que caracterizó a la literatura europea romántica, que por un momento parecía haber desaparecido con la fe del XIX en el racionalismo cientifista. Demostrada la inoperancia de la razón (Schopenhauer, Kant... ) se recupera ese malestar. Y se sueña, en la nueva poesía, con los momentos felices pasados, donde aún existían seguridades: la niñez lejana, los paraísos perdidos, los jardines cerrados y ordenados; añoranzas de un mundo que se fue. El Modernismo acoge influencias de diversos movimientos. En realidad "el Modernismo no rechazó nada como no fuera la vulgaridad, el prosaísmo, la rutina y el conformismo estético y adocenado" (E.Rull). Con antecedentes tan diversos (Parnaso, Simbolismo, Poe, decadentismo, prerrafaelismo...), es fácil entender que existieran tendencias diferenciadas, fundamentalmente dos: En América (y algunos españoles: M.Machado, Marquina, Villaespesa...) tomó un sesgo fundamentalmente esteticista; se escribe una poesía cromática, brillante, sensual. En España se toma una segunda línea, más sobria y sencilla, que arraigó en los hombres preocupados por el la decadencia nacional: es la vertiente conocida como "Generación del 98", que no deja de ser una línea del Modernismo. El Modernismo fue conscientemente cosmopolita. Sus cultivadores, sorprendidos, comprendieron que estaban participando en una evolución de la sensibilidad que no se limitaba a España, ni siquiera a Europa. El centro era, indiscutiblemente, París. Los poetas españoles se inspiraron directamente en Francia (Verlaine), salvo en los aspectos formales, en los
que Darío fue el maestro.

RUBÉN DARIO Y EL MODERNISMO

Rubén Darío es citado generalmente como el iniciador y máximo representante del Modernismo hispánico. Si bien esto es cierto a grandes rasgos, es una afirmación que debe matizarse. Otros autores hispanoamericanos, como José Santos Chocano, José Martí, Salvador Díaz Mirón, o Manuel Gutiérrez Nájera, por citar algunos, habían comenzado a explorar esta nueva estética antes incluso de que Darío escribiese la obra que tradicionalmente se ha considerado el punto de partida del Modernismo, su libro Azul... (1888).Así y todo, no puede negarse que Darío es el poeta modernista más influyente, y el que mayor éxito alcanzó, tanto en vida como después de su muerte. Su magisterio fue reconocido por numerosísimos poetas en España y en América, y su influencia nunca ha dejado de hacerse sentir en la poesía en lengua española. Además, fue el principal artífice de muchos hallazgos estilísticos emblemáticos del movimiento, como, por ejemplo, la adaptación a la métrica española del alejandrino francés.Además, fue el primer poeta que articuló las innovaciones del Modernismo en una poética coherente. Voluntariamente o no, sobre todo a partir de Prosas profanas, se convirtió en la cabeza visible del nuevo movimiento literario. Si bien en las "Palabras liminares" de Prosas profanas había escrito que no deseaba con su poesía "marcar el rumbo de los demás", en el "Prefacio" de Cantos de vida y esperanza se refirió al "movimiento de libertad que me tocó iniciar en América", lo que indica a las claras que se consideraba el iniciador del Modernismo. Su influencia en sus contemporáneos fue inmensa: desde México, donde Manuel Gutiérrez Nájera fundó la Revista Azul, cuyo título era ya un homenaje a Darío, hasta España, donde fue el principal inspirador del grupo modernista del que saldrían autores tan relevantes como Antonio Machado, Ramón del Valle-Inclán y Juan Ramón Jiménez, pasando por Cuba, Chile, Perú y Argentina (por citar solo algunos países en los que la poesía modernista logró especial arraigo), apenas hay un solo poeta de lengua española en los años 1890-1910 capaz de sustraerse a su influjo. La evolución de su obra marca además las pautas del movimiento modernista: si en 1896 Prosas profanas significa el triunfo del esteticismo, Cantos de vida y esperanza (1905) anuncia ya el intimismo de la fase final del Modernismo, que algunos críticos han denominado postmodernismo.

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